"Por eso una Iglesia sin laicos responsables de su compromiso bautismal no puede cumplir la misión encomendada por su fundador "(PapaFrancisco)
"El campo propio de su actividad evangelizadora es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía, y también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a la evangelización como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento..."(San Pablo VI)
LAICOS DE LA IGLESIA PARA EL MUNDO
Por eso una Iglesia sin laicos responsables de su compromiso bautismal no puede cumplir la misión encomendada por su fundador. Es decir, yo, tú, cada uno de los bautizados, estamos llamados a ser misioneros, a transmitir con nuestra palabra y nuestra vida que Dios nos ama y nos ha salvado.
Su misión está en comprometerse en el mundo y desde el mundo, no es su tarea fundamental el desarrollo de la institución eclesial sino desplegar todas sus capacidades en la cultura, la ciencia, las artes, la economía, la política, los medios de comunicación, el trabajo, la familia, los hijos (Papa Francisco)
En el contexto de las perturbadoras transformaciones que hoy se dan en el mundo de la economía y del trabajo, los fieles laicos han de comprometerse, en primera fila, a resolver los gravísimos problemas de La creciente desocupación, a pelear por la más tempestiva superación de numerosas injusticias provenientes de deformadas organizaciones del trabajo, a convertir el lugar de trabajo en una comunidad de personas respetadas en su subjetividad y en su derecho a la participación, a desarrollar nuevas formas de solidaridad entre quienes participan en el trabajo común, a suscitar nuevas formas de iniciativa empresarial y a revisar los sistemas de comercio, de financiación y de intercambios tecnológicos.
Con ese fin, los fieles laicos han de cumplir su trabajo con competencia profesional, con honestidad humana, con espíritu cristiano, como camino de la propia santificación . (Juan Pablo II, Enc. Laborem exercens, 24-27)