DOSTOYEVSKI ( 1821- 1881)

La obra de Dostoievski es necesaria para configurar nuestra existencia cotidiana, para comprender el dolor en este mundo, para entender la búsqueda de Dios y para entender la fragilidad humana que compartimos y que amerita una atención a favor de la unidad. Dostoievski es la condena del humanismo ateo, tanto en la forma marxista como en la nietzscheana, ya sea escéptico o pragmatista, existencialista o absurdista; y por ello es uno de los maestros del humanismo verdadero, cristiano y teísta, auténticamente humano.

 

CHESTERTON (1874-1936)

"Aunque sólo hace algunos años que soy católico, sé sin embargo que el problema "por qué soy católico" es muy distinto del problema "por qué me convertí al catolicismo". Tantas cosas han motivado mi conversión y tantas otras siguen surgiendo después... Todas ellas se ponen en evidencia solamente cuando la primera nos da el empujón que conduce a la conversión misma".

(Ensayo ¿Por qué creo en el cristianismo?)

 

EDITH STEIN (1891- 1942)

Judía de nacimiento, abraza la fe católica ya siendo profesora de universidad y reconocida filósofa. Entra en las Carmelitas descalzas y muere víctima de los nazis en Aushwitz.

“El alma de la mujer debe ser amplia y abierta a todo lo humano; debe ser sosegada, de modo que ninguna débil llama pueda ser apagada por la tempestad; debe ser cálida, a fin de que la tierna semillas no se congelen; (…) vacía de sí misma, para que la vida ajena tenga en ella espacio; finalmente, señora de sí misma y de su propio cuerpo, a fin de que toda su personalidad se encuentre en actitud de servicio a toda llamada”. (Los principios fundamentales de la educación de la mujer).

 

C.S. LEWIS (1898-1963)

"Debes imaginarme solo, en aquella habitación del Magdalen, noche tras noche, sintiendo, cada vez que mi mente se apartaba del trabajo, el acercamiento continuo, inexorable, de Aquél con quien, tan encarecidamente, no deseaba encontrarme. Al final, Aquél a quien temía profundamente cayó sobre mí. Hacia la festividad de la Trinidad de 1929 cedí, admití que Dios era Dios y, de rodillas, recé. Quizá fuera aquella noche el converso más desalentado y remiso de toda Inglaterra". "Hasta entonces yo había supuesto que el centro de la realidad sería algo así como un lugar. En vez de eso, me encontré con que era una Persona". 

 

ANDRÉ FROSSARD (1915-1995)

"Habiendo entrado, a las cinco y diez de la tarde, en una capilla del Barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra. Habiendo entrado allí escéptico y ateo de extrema izquierda, y aún más que escéptico y todavía más que ateo, indiferente y ocupado en cosas muy distintas a un Dios que ni siquiera tenía intención de negar -hasta tal punto me parecía pasado, desde hacía mucho tiempo, a la cuenta de pérdidas y ganancias de la inquietud y de la ignorancia humanas-, volví a salir, algunos minutos más tarde, "católico, apostólico, romano", llevado, alzado, recogido y arrollado por la ola deuna alegría inagotable. "

 

NARCISO YEPES (1927-1997) 

Dice usted que «escuchó», que «se hizo oír» …, ¿he de entender, ¿Narciso, que usted, allí junto al Sena, «oyó» palabras? 

Sí, claro. Fue una pregunta, en apariencia, muy simple: «¿Qué estás haciendo?» En ese instante, todo cambió para mí. Sentí la necesidad de plantearme por qué vivía, para quién vivía… Mi respuesta fue inmediata. Entré en la iglesia más próxima, Saint Julian le Pauvre. Y hablé con un sacerdote durante tres horas… Es curioso, porque mi desconocimiento era tal que ni me di cuenta de que era una iglesia ortodoxa. A partir de ese día busqué instrucción religiosa, católica. No olvidé que yo estaba bautizado. Tenía la fe dormida y… revivió. Y ya desde aquel momento nunca he dejado de saber que soy criatura de Dios, hijo de Dios… 

 

TATIANA GORICHEVA (1947-

"Cuando era adolescente, una amiga mía se quitó la vida a los quince años porque no pudo soportar lo que le rodeaba. Dejó una nota que decía: "Soy una persona muy mala", cuando era una criatura de corazón extraordinariamente puro, que no sufría la mentira, y que jamás pudo mentirse a sí misma. Aquella muchacha se quitó la vida al descubrir que no vivía como hubiera debido hacerlo y porque de alguna manera tenía que romper el vacío que le rodeaba y encontrar la luz. Pero no encontró el verdadero camino... Hoy, veinte años después de su muerte, yo puedo expresar lo mismo en un lenguaje cristiano. Mi amiga había descubierto su condición de pecadora. Había descubierto una verdad fundamental, a saber: que el hombre es débil e imperfecto, pero no alcanzó a conocer la otra verdad, aún más importante, que Dios puede salvar al hombre, arrancarlo de su condición de caído y sacarlo de las tinieblas más impenetrables. De esa esperanza nadie le había hablado, y murió oprimida por la desesperación".

 

VITTORIO MESORI (1941-

Sin embargo, en esta ocasión, la lectura del Evangelio comenzó a hacerle reflexionar sobre su vida y su postura ante Dios. Primero dice que se desconcertó, pero luego ocurrió una especie de transformación interior: 

“En esos días entré en otra dimensión –describe Messori-, donde todo era claro, luminoso y evidente. No es que tuviera una visión [espiritual], sino que una fuerza irresistible me obligó a mirar la realidad desde el punto de vista de la fe. “Me sucedió que mientras leía los Evangelios, todas mis convicciones, mis prejuicios, mi ‘snobismo’ intelectual, mi libertinaje también sexual, se rompían en pedazos. Fue una experiencia fulgurante y durísima, tierna y violenta a la vez”.

 

FRANCIS S. COLLINS (1950

“La ciencia tiene su campo de acción en la exploración de la naturaleza, pero es  incapaz, de decirnos, por qué existe el universo, qué significado tiene nuestra vida o qué podemos esperar después de la muerte”.